miércoles, 18 de marzo de 2020

4° B Plástica Prof. Juan Degregorio

Hola chicos y familia vamos a trabajar un poco con Plástica desde casa.

1 Leer el cuento "Princesa Blanca Princesa Negra" de los Hermanos Grimm
2 Dibujar y pintar el cuento en 3 o 4 cuatro cuadros, con lápices, crayones o marcadores.
3 Si es posible poner  música linda
4 Divertirse

Cuento
Una mujer acudió un día con su hija y con su hijastra a recoger frutos al bosque. Allí se encontraron con un anciano mendigo que preguntó por el camino para llegar hasta la aldea.
– ¿Y para qué quiere ir a la aldea? Busque el camino usted mismo- dijeron con desprecio la madre y su hija.
Sin embargo la hijastra, que era más compasiva, se acercó a él para explicarle qué camino seguir.
– Has sido tan buena conmigo- dijo entonces el anciano- que te concederé tres deseos. Pide lo que quieras.
La joven se quedó pensando y respondió:
– Me gustaría ser blanca y luminosa como la nieve, tener una bolsa de dinero que nunca se agote y …
– ¿Y no será más importante el alma?
– Sí… y tener siempre un alma pura y bondadosa.
– Muy bien, esos tres deseos serán concedidos. Sin embargo, aquellos que prefirieron el desprecio, serán castigados- dijo el hombre de forma misteriosa, mientras se alejaba por el camino que la joven le había indicado.

La novia blanca y la novia negra: el castigo a madrastra y la hermanastra

Al regresar a donde esperaban su madrastra y hermanastra, vio que ambas estaban teñidas de negro de arriba a abajo y sus rostros se habían afeado mucho.
Cuando la madrastra y su hija vieron llegar a la joven, comenzaron a odiarla mucho más por su encantadora belleza. No había día en que no la maltrataran. ¡Tenían tanta envidia!
Para la joven de blanco los únicos días agradables eran aquellos en los que les visitaba su hermano, que trabajaba en la corte del rey. La primera vez que su hermano vio el cambio que su hermana había experimentado, dijo:
– ¡Pero bueno, qué belleza! ¿Cómo lo has hecho, hermanita?
– Pedí un deseo a un misterioso hombre al que ayudé a encontrar la aldea…
– Necesito hacerte un retrato para tenerte siempre conmigo en la corte- le dijo entonces.
Y el hermano, que era muy bueno dibujando, hizo un retrato de la joven y lo colgó en su cuarto, en el palacio del rey.

El enamoramiento del rey y su encargo

Un día un cortesano vio por casualidad el retrato y le deslumbró de tal manera la belleza de la joven, que informó al rey. El monarca sintió una gran curiosidad y fue a ver aquel retrato.
– ¡Pero si es muy parecida a mi difunta mujer! ¡Qué hermosa es!- dijo asombrado el monarca- Dime joven, ¿quién es? ¿Tu novia?
– Oh, no señor- dijo entonces el chico- Es mi hermana.
– Pues entonces me gustaría conocerla. Si su alma es igual de bella que su rostro, será realmente maravillosa. Quiero que la traigas hasta aquí.
Y así, el rey mandó al joven en busca de su hermana. Pero la madrastra, que además era una bruja, y su hija, exigieron acompañar a la muchacha al palacio y el chico no pudo oponerse.
La madrastra tenía un plan: aprovechando sus dotes de bruja, a mitad de camino lanzó un conjuro contra la hermosa joven para que perdiera algo de oído y contra su hermano para que perdiera algo de vista. Entonces comenzó a hacer mucho viento y a llover. El chico se dio la vuelta y dijo:
– Hermana, tápate bien para no mojarte ni despeinarte.
– ¿Qué dice mi hermano, que no oigo bien?- preguntó asustada la chica.
– Dice- respondió entonces la hermanastra- que debes cambiar tu vestido por el mío.
– Oh, ¿de veras? De acuerdo, lo haré…
Las dos se intercambiaron el vestido y la joven de blanco vestía ahora de negro. Pero un poco más adelante, el carruaje pasó junto a un río, y la madrastra aprovechó para dar un empujón a la chica para deshacerse de ella. El hermano, como no veía bien, no se dio cuenta. Pero la joven, al caer al río, se transformó en un hermoso pato de plumas blancas y comenzó a nadar río abajo.

El enfado del rey y el hechizo de la madrastra

Cuando el hermano llegó al palacio, el rey montó en cólera:
– ¡Esta mujer no se parece en nada a la del retrato! ¡Me has engañado!
El rey, muy enfadado, ordenó encerrar al muchacho en los calabozos. Y cuando iba a hacer lo mismo con la chica y su madre, la bruja lanzó otro de sus hechizos y el rey de pronto comenzó a adorarlas.
Pero esa noche sucedió algo en palacio: apareció un pato blanco en la cocina. El pato le pidió al cocinero que encendiera la lumbre para calentarse. Y preguntó por su hermano y por su hermanastra y madrastra.
– El joven por el que preguntas está encerrado en los calabozos y las otras dos mujeres, viven aquí bien felices.
El pato, entristecido, se marchó, pero apareció a la noche siguiente y volvió a preguntar lo mismo. El cocinero, extrañado, se lo contó al rey, y esa tercera noche, el mismo monarca decidió esperar en la cocina para comprobar si esa extraña historia era cierta.

El desenlace de La novia blanca y la novia negra

Y efectivamente, el pato blanco apareció y al acercarse el rey con la espada para matarlo, de pronto se convirtió en la muchacha de blanco.
– ¡Es ella!- dijo entonces el rey- ¡La muchacha del retrato!
La joven le contó lo que había pasado, y cómo su madrastra, que además era bruja, se había deshecho de ella. El rey entonces fue a ver a la mujer y le preguntó:
– ¿Qué harías tú con un impostor, con alguien que osara en engañar y utilizar al rey para sus propios beneficios?
– Pues castigarlo, por supuesto… – respondió ella de inmediato.
– ¿Y cuál debería ser el castigo?
– El más cruel posible. Por ejemplo, encerrarlo en un barril con clavos, atar el barril a un caballo y que el animal comenzara a trotar a su antojo.
– Pues así será- dijo el rey.
La madrastra y su hijastra fueron castigadas y el hermano de la joven de blanco, liberada. Al final el rey pudo casarse con la joven de blanco y ambos hermanos pasaron el resto de sus días felices en el palacio.

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